El primer artículo de Campus ATP aborda uno de los grandes retos de la iluminación exterior responsable: cómo reducir el impacto ambiental de la luz artificial sin renunciar a la seguridad y la eficiencia
ARRE —25/4/2025— ATP Iluminación inaugura Campus ATP con un tema clave para el futuro de la iluminación exterior: la contaminación lumínica. Más allá de la pérdida estética y patrimonial de un cielo estrellado, este fenómeno tiene consecuencias directas sobre la biodiversidad, la salud humana y el consumo energético de nuestras ciudades.
La contaminación lumínica se produce cuando la luz artificial, en lugar de concentrarse en las áreas que necesita iluminar, se dispersa y difunde hacia el cielo nocturno. Esta dispersión puede deberse a varios factores: un exceso de potencia en las luminarias, el rebote de la luz en superficies como el suelo o el uso de fuentes de luz con un elevado contenido en longitudes de onda en el espectro azul.
Una planificación deficiente de los proyectos de alumbrado puede acentuar todos estos efectos, generando el resplandor característico que hoy es visible a kilómetros de distancia de cualquier núcleo urbano.
Causas técnicas y vías de control
Uno de los principales responsables de la contaminación lumínica es el exceso de potencia: luminarias sobredimensionadas que emiten más luz de la necesaria, creando diseminación hacia zonas no deseadas y desperdicio energético.
Otro factor importante es el resplandor luminoso. Cuando la luz incide directamente sobre el suelo, parte de esa energía se refleja hacia la atmósfera, intensificando la contaminación incluso si las luminarias están correctamente orientadas.
Además, el diseño lumínico de la propia luminaria desempeña un papel esencial. Aunque la tecnología LED permite direccionar la luz con gran eficacia, luminarias con diseños deficientes o mal orientadas pueden emitir un flujo considerable hacia el hemisferio superior (FHS), contribuyendo así al deterioro de la calidad del cielo nocturno. El control estricto de este parámetro es fundamental en proyectos que buscan proteger el entorno astronómico.
La temperatura de color es otro elemento crítico. Las fuentes de luz fría —por encima de los 3000 K— contienen una mayor proporción de longitudes de onda azul, que se dispersan más fácilmente en el aire. En cambio, las temperaturas de color ultracálidas, inferiores a los 2700 K, reducen notablemente esta diseminación.
No obstante, la temperatura de color no basta por sí sola: dos luminarias con el mismo valor nominal pueden diferir significativamente en su radiancia espectral. Consultar estos datos —especialmente en las longitudes de onda por debajo de 500 nm— resulta esencial para un diseño lumínico verdaderamente responsable.
Soluciones técnicas eficaces
Controlar la contaminación lumínica no consiste únicamente en reducir lúmenes. Exige un diseño de iluminación preciso y adaptado a cada entorno.
La combinación de ópticas personalizadas, que direccionan la luz exactamente donde se necesita, junto con niveles lumínicos optimizados, permite minimizar el flujo al hemisferio superior. La elección de LED de temperatura ultracálida, con bajo componente azul en su radiancia espectral, y la implementación de sistemas de regulación inteligente refuerzan aún más este control, ajustando el alumbrado a las necesidades reales de uso a lo largo de la noche.
Más allá de la técnica: el valor del cielo nocturno
La dimensión cultural de la contaminación lumínica es igualmente crítica: perder el cielo estrellado significa perder parte de nuestro patrimonio común. Iniciativas como la certificación Starlight han puesto de relieve la importancia de proteger este recurso, impulsando un turismo astronómico sostenible y fomentando proyectos de alumbrado respetuosos.
Municipios como Jarque de la Val, Siurana, Colldejou y Torre de Fontaubella han demostrado que es posible conjugar seguridad, eficiencia y protección ambiental a través de soluciones específicas, como el uso de temperaturas ultracálidas y ópticas diseñadas para reducir el flujo al hemisferio superior.
Asimismo, las intervenciones realizadas por ATP en el Valle de Tena —incluyendo localidades como Panticosa, Sallent de Gállego y Escarrilla— han sido ejecutadas conforme a estrictos criterios Starlight, garantizando cielos nocturnos de alta calidad sin renunciar al confort y la seguridad de los habitantes.
Un hito especialmente significativo fue la renovación del alumbrado en Villanúa, donde el proyecto desarrollado por ATP no solo mejoró la eficiencia energética y redujo de forma notable la contaminación lumínica, sino que también fue reconocido internacionalmente con un LIT Design Award, uno de los galardones más prestigiosos del sector de la iluminación.
Estos ejemplos avalan el compromiso de ATP Iluminación con un diseño técnico adaptado a entornos sensibles, demostrando que, con rigor y visión de sostenibilidad, es posible iluminar las ciudades respetando uno de los patrimonios más valiosos de la humanidad: el cielo nocturno.
Visión a largo plazo para un alumbrado responsable
Iluminar bien no es solo una cuestión de cantidad de luz, sino de calidad, orientación y conciencia a largo plazo. Desde Campus ATP, seguiremos explorando conceptos clave para construir ciudades más habitables, sostenibles y respetuosas con nuestro entorno natural.
Contacto de prensa:
Julio Aparicio
ATP Iluminación
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